martes, 13 de marzo de 2012

Las monedas de la Parca. Una historia de miedo.

 Era ya muy entrada la noche. El Nino y su dueña ya estaban acurrucados en la cama. La baba de ella irremediablemente ya empezaba a penetrar en la almohada. Los bigotes de Capitán descansaban relajados. 

Extrañamente estaba todo tranquilo y en silencio. Las luces de la calle tintineaban entre la niebla de la noche dando un pequeño reflejo en la habitación. Se podían ver las figuras de los dos, humana y gato, respirando acompasados mientras se mecían en sus deliciosos sueños. Él persiguiendo a una rata chistosa que le desafía, ella, bueno ella siempre soñaba que viajaba, esa noche le tocaba en algún lugar del mundo donde el sol brillaba y su piel se tostaba en una cálida playa. 

De golpe se oyó como un movimiento en el aire, un halo de mal estar que perturba el sueño de nuestros protagonistas. El gatito acurrucado mueve la oreja, su radar para detectar movimientos, ruidos. Atento a lo que pueda pasar sin despegar la cabeza apoyada en sus patitas. Los bigotes dejan de estar relajados, algo está pasando, su cuerpo empieza a estar alerta. Su dueña se da cuenta, su gato esta inquieto, no le quiere dar importancia y se niega abrir los ojos. Está demasiado a gusto entre las sábanas calientes. Pero no lo puede evitar, ella y su gato están a la expectativa de lo que pueda pasar, el aire lo anuncia. 
 
Irremediablemente los corazones de los dos se descompasan, ya no están relajados y respirando al unísono, ella tiene más miedo, se le nota en lo mucho que aprieta sus párpados para no notar la presencia que se acerca. 
 
Finalmente oyen como algo, alguien quizá, que deposita en su mesita de noche unas monedas encima. Reconoce el ruido, sin verlas sabe que son monedas antiguas, monedas roídas e irregulares en sus cantos, pesadas como las de antaño.

Instintivamente ella se gira rápidamente y va en busca de las monedas. ¡No están! 

Abre los ojos y ve que sólo ha sido una pesadilla demasiado real para volver a dormirse y no puede evitar pensar en quién o qué le ha querido dejar esas monedas al lado de su cama...
 
Y esta es la historia de miedo que os quería contar hoy, que aunque no sea jallouín o el día de todos los santos cualquier parecido con la realidad es por porque me ha pasao esta noche y casi me hago caquitas a cual bebé de meses. ¡Qué miedo!

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