martes, 31 de julio de 2012

Superstición o el colmo de un melón

El otro día, mientras preparaba la bolsa de la playa, me resbaló de las manos un espejo. Hacía poco, me lo había regalado una compañera de trabajo y le tenía estima. Así que, con caria mustia, recogí los pedacitos y los deposité cuidadosamente en la basura.

Yo no quiero ser supersticiosa pero, a veces, Destinocruel no me lo pone fácil. 

Diez minutos más tarde, ya con la bolsa preparada y todo listo, me dispuse a marchar de casa. Bajé el primer tramo de escaleras con normalidad y en el segunodo... ton, ton, ton... Me precipité escaleras abajo. Quise agarrarme a ninguna parte y casi me disloco el hombro y cuando llegué al final del tramo de la escalera, en el frenazo me golpeé el pie contra la pared. O sea, que me quedé con un brazo medio descoyuntado y el pie girado, mirando para el otro lado. Una estampa de lo más picasiana. 

Con el culo y medio cuerpo magullado, me fui a la playa y pasé un día estupendo con mis compañeros de trabajo.

Cuando volví a casa sobre las nueve de la noche, me apetecía algo fresquito. Abrí la nevera y como un rayo divino vi en el fondo del frigorífico un trozo de melón. Aunque mi madre siempre se ha encargado de decirme que el melón es indigesto por las noches, al ser pronto, pensé "venga, no pasará nada..." y me lo zampé. Tampoco caí en las indicaciones que me daba cuando me decía que no se puede beber agua después de comer fruta y dos vasitos de agua que me bebí. Y claro, después de la playa, pos que iba hacer, ducharme. 

Asín que, al igual que crónicas de una muerte anunciada, el melón me sentó mal. Quizás fuera la mala suerte de romper un espejo, quizás fue que el melón si es indigesto por las noches, quizás si que afecta beber agua después de comer fruta cuando todo el mundo sabe que la mayor parte de la fruta es agua, quizás fuera el no respetar el tiempo necesario para que no se me cortara la digestión...

El caso es que después de 3 horas tiritando, sudando, llorando y montando un númerito que daba penita verme, conseguí expulsar el mal que habitaba en mi. 

Una vez, melón fuera, conseguí dormirme un ratito. Al cabo de una hora, Mr. Mosquito vino a tocarme los cojones. "Mal día" dije malhumorada. Con mi cuerpo maltrecho por haberme caído por las escaleras, cansado por haber estado todo el día en la playa y por haber tenido que devolver un melón, encendí la luz, lo vi a lo lejos y le tiré la zapatilla. Como la suerte, parecía haberme abandonado, salió volando. Volví a pagar la luz pero al cabo de un rato, Mr. Mosquito volvió a tocarme otra vez los cataplines. Abrí la luz y esta vez cometió el error de plantarse en la cabecera de mi cama. Ya no me tocó más aquello de lo que carezco por esa noche.

Conseguí, volver a dormirme. Pero al cabo de un rato, Destinocruel quiso demostrarme nuevamente su poder de tocar las narices siempre que puede y cuando quiere. Así que se cayó una estantería de la cocina. Como vivo con un gato, no quería arriesgarme a que todo lo que se había esparramado fuera devorado por la bestia, me levanté resignada a recogerlo.

Asín que eran ya para las cuatro de la mañana cuando conseguí volver a dormir y sobre las cuatro y media Destinocruel disfrazada del fantasma que habita en mi casa poniendo a prueba la poca paciencia que le puede quedar a una mujer después de haberse caído por las escaleras, estar cansada por estar todo el día en la playa, haber gonitado un melón, perseguido un mosquito y haber hecho bricolage a las 4 de la mañana por un estantería. Un reloj-despertador, que en teoría es táctil y que solo se activa cuando lo mueves, se encendió solo. Sin más ni más empezó a emitir sonido y ha encenderse las luces. 

Mi respuesta fue un "¡anda ya!", me giré y continué durmiendo.

1 comentario:

  1. Nenaaa!! no sabia lo del mirall...ara ho veig tot diferent..... ;)
    I els despertadors aquells....estan tots bojos!!!!

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