viernes, 1 de septiembre de 2017

¿Dormimos?




El tema de dormir siempre me ha inquietado mucho. Imagino que las personas que necesitamos tenerlo todo bajo control el estar unas horas desconectados no nos mola un pelo y, a ver, no os confundáis que marmotilla soy un rato pero soy más de remolonear en el cama que no caerme en coma ocho horas en el sobre de los mil sueños.

Y eso de perseguir tus sueños... Ejem, ejem. Como yo empiece a correr hacía mi mundo onírico vamos apañaos, de ahí no me sacáis. No he visto persona más rara con los sueños que yo. Si despierta no me considero una persona normal ya ni os cuento sobando. No es que tenga pesadillas de terror pero sí que más de una día me levanto con un mal cuerpo que pa qué. Y lo curioso es que casi siempre me acuerdo de lo que he soñado.

Una vez, se ve que me estaba haciendo pipí, que por una extraña razón a la que te haces mayor la vejiga aprieta cada vez más para joderte la paz de la noche y como la pereza, en más de una ocasión me puede y me resisto a ello, pues integré esa sensación en mi sueño. Me vi en un castillo estereotipo enorme, como si fuera construido de piezas lego, lleno de puertas. Detrás de esas puertas se suponía que había baños donde yo podía miccionar pero a cada lavabo que entraba el desafío era peor. En uno me encontré un tigre dando zarpazos al aire, casi infarto cuando vi sus fauces abiertas en amenaza de zamparme viva. En otro un cocodrilo con la misma actitud, quizás esa noche había cenado poco y me hubiera comido a mí misma porque en la tercera puerta encontré una piscina con un tiburón dando dentelladas al agua. Finalmente, desistí de abrir puertas y abrí los ojos levanté mi cuerpo serrano y, por suerte, en mi baño no había ninguna fiera a la caza.

Pero a mi dormir y descansar en general me cuesta un montón. Desde que me independicé, hace unos añitos ya vivo, o más bien duermo, en un sin vivir. Eso de dormir sola, la verdad, es que lo llevo mal, muy mal. Cuando no pienso que me van a entrar unos albanokosovares a violarme y robarme hasta los calcetines pienso que un bicho se me puede comer o incluso que mi querida Parca o sus compinches los fantasmas vienen para hacerme una visita exprés. Como dice mi amiguita M el WisperXL que me insertaron cuando era pequeña en los oídos se agudiza a la que pongo la cabecita en la almohada. ¿Cómo puede ser si anulo una oreja con el cojín? En fin, el caso es que a cada micro ruido a mí me da el susto de la vida y se me acelera el pulso de tal manera que un día de estos me da un soponcio. Entro en pánico y ya me desvelo y asín pueden pasar a veces minutos, a veces horas hasta que me calmo. Eso si los ruiditos no se empiezan a acumular. El arrastrar de los muebles de los vecinos, una plantucha que mueve el viento, un grito a lo lejos de la calle…

Antes cuando tenía a mi querido Capitán podía conciliar el sueño con más facilidad porque confiaba en que si corríamos peligro él me despertaría. Ya sé que parece una tontería pero solo duermo tranquila cuando estoy con alguien. Tampoco es necesario que me abracen a lo cucharita pero solo con saber que no estoy sola y desprotegida mi cuerpecillo ya se siente tranquilo y en paz pero como no puede ser la que acaba pareciendo un fantasma, zoombie o bicho raro soy yo por las mañanas en agónico sueño.

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