lunes, 14 de noviembre de 2011

Amor a primera vista o una imaginación ilimitada...

Cada sábado me gusta desayunar en el mismo bar. Soy mujer de costumbres absurdas. Cada sábado, me bajo al bar, me siento en la barra, pido un café con leche, un crusán y observo a los parroquianos del lugar. Algunos de ellos tan habituales como yo y con costumbres casi tan absurdas como las mías. Hace poco que frecuento este bar pero ya empiezo a sentirme a gusto entre estos perfectos desconocidos.

Este sábado había quedado con la mama. Quería que la acompañara a un centro comercial para comprar un cachibache de los suyos. Ella toda la vida se ha apañado con las tiendas del barrio y las grandes superficies la atabalan un poco. Así que, cada vez que necesita ir algún sitio con mucha gente, reclama mi ayuda. Como si yo fuera un paladín que pudiera espantar muchedumbre humana con mi espada. 

Como luego yo tenía una fiesta, tenía mil cosas que hacer y estresada por memeces varias llegaba tarde a mi cita con mi crusán y mi adorado café con leche. Por lo que le pedí a la mama que nos encontráramos allí. 

Y en el momento en que mi alma se reconciliaba con el mundo, al probar el primer bocado de mi crusán, entró un chico.

Sólo le pude ver como dos segundos, de los cuales mi madre me tapó la visión un par de veces. La jodía no sé que demonios me estaba contando, porqué en aquel momento mis oídos se me taponaron completamente y perdí el hilo de la conversación. De hecho, creo, que en esos momentos la que hablaba era yo.

Sólo pude ver como un chico entraba en el bar, saludaba, se ponía las gafas y se sentaba dentrás de mi. Parecía que los parroquianos le conocían bien.


Pues con tan poca información mi cerebelo ha disparado mi imaginación. Lo he idealizado más que cenicienta a su príncipe azul: Alto, guapo, buen tipo, inteligentísimo, por supuesto, divertido, seguro de sí mismo... y un larguísimo etc de la lista de condiciones que debe tener mi amol y que cuidadosamente tengo guardada en las corazas de mi ser para no caer en no-amores dañinos que no tienen nada que ver con lo que busco.


No es que me pase a menudo, no voy por ahí perdiendo el norte cada vez que veo un chico guapo. Me parece curioso pero a la vez, y raro en mi, normal. A todos nos ha pasado alguna vez o eso me habéis contado, pilluelos.

¿Amor a primera vista? ¿Atracción? 
No creo que sea ni una cosa ni la otra. A penas logré verlo, ¿pero qué se diferencia este chico del resto que me cruzo por la calle? ¿Por qué me atrajo en un segundo?


Esto y mucho más lo intentaré averiguar el sábado que viene con mi café con leche y mi crusán.Mientras os animo a que me contéis si alguna vez habéis sentido, como suelen definirlo: "el flechazo".

1 comentario:

  1. Pues yo creo que puede ser por cuatro cosas:

    -Si vas al típico bar Manolo cutrongo, al entrar un cliente mocetón... pues normal que destaque y te fijes en él.

    - Igual son las feromonas esas que están por todos laos y que no vemos!

    - O igual es que simplemente está tremendo y normal que te hayas fijado!

    - Y esta es la más cursi, pero la mar de bonita: Es el destino!!!

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