miércoles, 2 de noviembre de 2011

Vamos de shoping?

Cuando era pequeña me encantaba ir de compras. Era como una especie de ritual entre mi madre y yo. Cada sábado, después de desayunar nos plantábamos los zapatos más cómodos que teníamos dispuestas a patearnos el barrio en busca de la mejor oferta. No había reglas, podía ser una patalón o unos zapatos bonitos. El mejor sábado siempre era el que volvíamos llenas de bolsas y un ramo bien grande de flores. Las bailarinas, ¡qué bonitas! Agotada, me pasaba el camino de vuelta a casa meneando el ramo y disfrutaba viendo como esas diminutas flores blancas bailaban al ritmo que yo les cantaba.

Luego llegaron las amiguitas, la adolescencia y las dichosas marcas. Una esclavitud total al que dirán y al protocolo de situaciones. Empiezas a salir, te arreglas. Te conviertes en algo que claramente no eres: un zorrón de carnes prietas. En cadena perpetua de las modas caducas vas moldeando tu estilo sin poder arrugar la frente y reírte de ti misma cada vez que ves tu imagen en las fotos del pasado.

¿Qué tendrán las compras que nos gustan tanto? Dicen que las compradoras compulsivas compramos para llenar un hueco que nos falta. Algo que ni en un millón de bosas cabría. ¿El inconformismo de lo que ya tenemos nos hace comprar más? 

Yo creo que es nuestro instinto de cazadoras ya olvidado de nuestros ancestros lo que nos hace salir un sábado a comprar en un centro comercial y salir indemnes de la locura o cuando llega navidad y compramos un sinfín de regalos a nuestros queridos familiares y amigos. Somos como leonas trayendo comida a nuestro leoncio.  ¿Cuantas han comprado calzoncillos o calcetines para sus parejas? ¿Cuantos de vosotros no lleváis la cartera que os regaló vuestra novia? 

A las chicas recolectoras que compran básicos o las chicas cazadoras de gangas le podemos añadir la nueva fórmula: las compradoras compulsivas online. Fácil, sencillo y muy pero que muy contagioso entre las féminas. Compartir los gastos de un envío online, hoy en día, parece como compartir un trozo de pastel de chocolate.  La emoción te embarga, página tras página vas llenando tu carrito de la compra de gangas y ofertas. La angustia de cuando vendrá tu pedido. El terror de si te cabrá lo que has pedido... "La talla XL será demasiado pequeño para mi..." Todo un torrente de sensaciones disponibles a un clic. 

Comprar es bueno. Ayuda a la economía. Como dicen en una de mis películas favoritas " el dinero es una mierda; y como al estiércol hay que repartirlo para que dé frutos". ¡Qué pena no ser un rico de mierda!


1 comentario:

  1. Aixx!! quanta sabiduria nenita!!! quin perill per a la nostra economia això del "shopping on line"!!! ;)

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