lunes, 29 de octubre de 2012

El ascensor atrapa bichos. Otro cuento de terror.


Ya ha llegado el frío, las tiendas ya lo tienen todo adornado con calabazas y murciélagos. En tierras extranjeras se celebra Halloween, en las Españas se va a visitar a los muertos el día uno y en Catalunya tenemos a la entrañable Castanyera. Una mujer mayor, que al rededor del fuego mientras se pone ciega a castañas y panellets (dulce típico del día) explica cuentos de miedo a los niños.

Pos siguiendo esta bonita tradición quería contaros... ¡Un cuento terroríficoooooooo....!:

En mi edificio hay un ascensor de estos ultramodernos que ponen ahora en las casas viejas. Es estrecho y sólo entran dos personas de lado pero para llevar el carro de la compra ya hace su función. El único problema que tiene este ascensor es que siempre hay bichos. Como hay dos luces encendidas permanentemente siempre hay algún que otro animalillo volando, cuando no es una polilla es un mosquito o una mosca.

Pues el otro día, iba yo cargada con la compra de la semana y de golpe se paró el ascensor entre dos pisos. Se abrió la trampilla que hay encima y empezaron a caer un sin fin de bichos. Parecía una cascada de animales escurridizos que iban cayendo irremediablemente sobre mi. Empecé a chillar desesperada del asco. Rápidamente vi que era un error ya que los bichos iban directamente a mi boca. Los escupí y bajé la cabeza. Entonces, empezaron a enredarse por mi pelo, empecé a dar espavientos para intentar quitármelos.  No había forma, continuaban cayendo más y más a mi alrededor. La angustia era insoportable, corrían por todas partes, me hice un huevo en mi cuerpo. Estaba llorando mientras notaba como me iban mordiendo y picando con sus aguijones las avispas y mosquitos que zumbaban a mi alrededor, como me mordían las arañas y hormigas que se colaban por mi camiseta. Mi fin estaba cerca, pronto dejaría de vivir en esa agonía.

Pero de repente, se oyeron tres golpes secos encima del ascensor. ¡Pum, pum, pum! 

Los bichos se pararon en seco. Todo quedó en suspenso durante unos segundos. Entonces, aproveché para zafarme de algunos de ellos hasta que pude girar la cabeza para ver en lo alto que ya no caían más bichos de la trampilla. En lugar de eso había una mano que me estaba tendiendo una azada. Sin dudarlo un minuto, la cogí con las dos manos y vi como esa cosa que me estaba ayudando tiraba de ella con fuerza para liberarme del mar de bichos en la que estaba metida. Me depositó suavemente en la parte superior del ascensor con los pies colgando por la trampilla. Miré para abajo y vi como todos los insectos que hacía un momento estaban como en pausa reiniciaron su actividad frenética dentro del elevador. 

Sabía que ya estaba a salvo de ellos pero aun estaba en shock por todo lo sucedido. Mientras me quitaba de encima los que todavía tenía pegados a mi, miré a mi alrededor y vi que la sombra que me había sacado de esa pesadilla era la Parca que me estaba sonriendo con dulzura.

- De buena te he librado, pequeña.

Mis ojos pasaron de ser dos canicas a ser dos naranjas ¡La Parca! ¡Otra vez! 

Me temblaba todo. Conseguí recoger la mandíbula que tenía cómodamente apoyada en las rodillas para pedirle que no se me llevara.

- Tranquila, hoy no es tu día.

- Pero... ¿Entonces...? ¿Cuando...? - No me salían las palabras.

- Cuando dejes de caerme bien.

Y se desvaneció con una sonrisa maléfica en los labios.

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