martes, 23 de abril de 2013

Sant Jordi


Como no tengo hijos a quien contársela y esta historia me parece muy bonica aquí os la dejo:

La señora Masdepons cantaba siempre. Era una criada risueña y era la encargada de educar y salvaguardar a la hija del rey. 
La reina hacía ya años que había fallecido. Al poco de nacer la princesa contrajo las fiebres y poco a poco la fueron consumiendo hasta llegar a su muerte sin casi un gramo en su cuerpo.

Desde entonces, la señora Masdepons vivía en el castillo y aunque estando lejos de su familia y de su hijo siempre cuidó de la princesa como si fuera suya. 

A la princesa le gustaba jugar en el jardín y salir a comprar en el mercado del pueblo. Aunque últimamente la señora Masdepons esta en contra porque dice que las damiselas de bien no deben mezclarse con la plebe. 

Jordi era un caballero noble y valiente. Su padre le había enseñado todo lo que sabía. Aunque era el herrero de la aldea era buen conocedor del manejo de la espada y la lanza. A su madre, por contra, a penas la conoció, el rey la reclamamó para el servicio  cuando él no sabía ni sumar con sus diminutos deditos. Sólo recuerda lo mucho que lloró cuando se fue y una bella melodía que le canturreaba todas las noches antes de irse a dormir. De muy jovencito ya empezó sus andanzas como valiente salvador. Pronto la aldea se le hizo pequeña, en ella sólo había tres mozas y de vida muy tranquila. Como no había mucho por salvar cogió su caballo fiel y se fue a descubrir mundo. Poco a poco, se fue haciendo un nombre entre los grandes caballeros y todas las bellas doncellas se morían por conocer el gran Jordi, el hijo del herrero. Lo salvaba todo, pueblos enteros de inmundas bestias, gatitos encaramados a árboles, damiselas en apuros o niños indefensos.

Un día, un viejo caminante que relataba historias con una flauta le contó que había un dragón que tenía subyugado al rey. El rey lo mantenía oculto a su población para que no cundiera el pánico entre las aldeas y se sublevaran al ver que su rey no era capaz de defenderlos como Dios manda. Había llegado a un pacto con la bestia. Le daba de comer ovejas, burros y lo que hiciera falta. Pero hacía poco que el dragón se había cansado de comer tanto bicho peludo y empezó a reclamar doncellas para comer. Jordi, sin oír el final de la historia subió a su caballos y desapareció.

El rey estaba preocupado. No paraba de dar vueltas. En menos de cinco minutos tenía que salir al balcón para anunciar a su pueblo que habían caído en desgracia. Había hecho todo lo que estaba en su mano pero todo el esfuerzo había sido en vano. Había enviado mil misivas a mil valientes caballeros para que acabaran con el monstruo pero todos hallaron la muerte entre sus espeluznantes garras. Necesitaba tener controlado a ese dragón y sólo se le ocurría una cosa. Él quería doncellas, vírgenes de sangre dulce y se las tenía que dar. Harían un censo de la población de chicas del reino y cada semana harían un sorteo de quien sería la que saciaría la hambruna de la terrible bestia.

Pero mucho a su pesar, en la lista tuvo que incluir a su preciosa hija, la niña de sus ojos, el amor de sus amores. Y para desgracia fue su nombre el primero que pronunció el escribano al anunciarlo a todo el pueblo que se había reunido en el patio del castillo desde una tarima que el rey ordenó construir para tal efecto, pues sabía que esa no sería la última vez que deberían realizar ese proceso. El público enmudeció al oír la fatídica noticia. La princesa era muy querida por todos y sabían que si ella moría el rey no lo superaría jamás.

Pero la princesa, tan noble como su triste padre, sonrió a su querido pueblo y se dirigió resignada hacia el camino real donde unos kilómetros más allá le esperaba su fatal destino.

Cuando a penas la princesa era una mota de polvo en la lejanía y los aldeanos estaban todavía con las lágrimas en los ojos, las nubes del cielo se abrieron para dejar paso a un caballero que montaba un magnífico caballo alado de un blanco inmaculado. O al menos, así lo contaban los abuelos a sus nietos al transcribir esta bella historia. 

El rey, sorprendido que quedara aún algún caballero que les pudiera ayudar le contó toda la historia y le suplicó que salvara a su pequeña.

- Tráemela de vuelta y te daré mi reino, si hace falta. - le dijo el rey desesperado.

Pero, lamentablemente, llegó tarde. La princesa ya estaba delante de la enorme bestia y sus fauces ya estaban completamente abiertas. Por un momento, se paró el mundo y una ligera brisa alzó las hojas que tenían a sus pies. Transportando hasta Jordi un sonido celestial. La princesa, estaba cantando. Cantaba una bella canción que él ya había oído antes, hacía mucho tiempo, cuando aún era un niño. Como por arte de magia Jordi se enamoró al momento de esa chica tan valiente. Bajó de su caballo, sacó la espada del cinturón y echando a un lado a la princesa de una sola estocada mató al dragón. 

Jordi se giró para comprobar cómo estaba la princesa y ella se abalanzó a su cuello. Estaba temblando y llorirqueaba.

- ¡Oh, gracias! ¡Me has salvado la vida!
- Estás bien, has sido muy valiente. Al cantarle al dragón le has distraído lo suficiente para que yo pudiera matarlo sin que se diera a penas cuenta.
- Estaba muerta de miedo pero mi cuidadora siempre me decía que quien canta su mal espanta y era lo que pretendía. Ella me enseñó esta canción. 

Los dos se miraron y se besaron. Detrás suyo notaron como algo se movía. El dragón parecía que volvía a la vida. Se retorcía y gruñía pero de la herida de la espada empezó a brotar sangre, caía a borbotones mientras el animal se derretía en el suelo. Su gruesa piel verde se convirtió en un hermoso matorral y de las gotas de su roja sangre aparecieron cientos de rosas.

Jordi, cogió una de ellas y se la ofreció a la princesa, declarandole su amor eterno.

Este post esta dedicado a una chica que como yo aún espera su Sant Jordi. Se que me dijiste que este día para ti es una auténtica pesadilla pero ánimo C, que el truco está en convertir la felicidad de los demás en tu esperanza. Seguro que pronto una de esas bonitas flores será para ti y feliz Sant Jordi a todos los que tengáis con quien compartir este día.

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