Para todos aquellos que acaben de llegar al planeta tierra o lectores míos muy jovenzuelos dejarme decir que friends fue una de las mejores series de los 90. Seis chicos que compartieron, cada dia, su vida con nosotros, durante 10 temporadas, exactamente 238 capítulos.
Muchos nos identificábamos con ellos y otros no se podían creer que seis personas pudieran sentarse cada día en el mismo sitio del bar a tomar café.

Soy un poco Rachel porque me gustan los trapitos, me encantaría pasarme el día de compras y jugar a la moda. También porque soy un poco pavoncia, para qué nos vamos a engañar y... ¡qué coño, porque a mi el que me gustaba era Ross!
Soy un poco Joey porque me lo comería todo ¡desde un bocadillo de albondigas hasta el strudell que prepara Rachel en una ocasión!

Poco tengo de Ross, salvo la ingenuidad por las causas perdidas. Porque a mi los monos, lamentablemente no me gustan. Es que no les veo la gracia que les ve todo el mundo, mira lo siento mucho pero a mi no me vengas con monos que no.
De Chandler, al igual que a él, nadie sabe a qué me dedico. Ocho horas delante de un ordenador y aún hay compañeros que, de vez en cuando, me preguntan que qué hago. Es un misterio que algún día desvelaré, lo prometo.
De Phoebe tengo la despistez y el happy flower. No sé tocar la guitarra pero me hago unas composiciones en la ducha dignas de Gato apestoso.

Otro día ya hablaremos de Sexo en N.Y. y del porque no me parezco a ninguna de ellas. ¡Ni a Carrie Bradshaw, la prota que escribe cosas, ni mucho menos a la Samantha, su amiga salidorra!
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