jueves, 5 de febrero de 2015

Hay tres tipos de morcillas

Efectivamente, en contra de la creencia popular, hay tres tipos de morcillas. La de arroz, la de cebolla y la de tipos como yo que a la que baja la temperatura por debajo de 8 grados se amorcillan. Nos asimilamos más a la de la cebolla, ya que nos caracterizamos por la cantidad de capas que llevamos encima. Ahora mismo, llevo tantas capas, que si resbalara y cayera al suelo rebotaría y rebotaría a cual pelota loca. ¡Mejor no me caigo que sino vaya mareo pillaría! ¡Boing, boing, boing! La gente me miraría raro por la calle y se preguntarían ¿Qué es eso? ¿Una morcilla rebotando? ¿Una pelota? ¡No, una chica que se cayó al suelo en plena ola de frío hace dos días y aún sigue rebotando!

Yo tengo la teoría, absurda y sin fundamento, lo sé, que los que nacimos en verano, yo misma el 14 de julio para ser más exactos (tomad nota para futuros regalos, gracias) somos más frioleros. Como nacimos con el calorcito, no tuvimos un shock térmico cuando salimos de la barriguita de nuestra mamá. Tuvimos unos meses más de gestación post parto y cuando llegó el frío invierno, nos pilló en bragas y morenos. No entendíamos a qué se debía ése cambio tan injusto. Es como si a un Jamaicano lo llevas a la nieve, el primer día aún hace ilu pero el segundo... Traumático, yo lo viví muy traumático seguro. Por eso, los que nacimos en temporada alta del bikini también somos más inteligentes. Porque nuestro cerebro ha madurado más al sol. Bueno, eso me lo inventado ahora pero tampoco no hay nadie aquí que refute el dato.

Y es que los que somos frioleros, lo pasamos muy mal. Porque a mi eso de bueno es que si eres friolero te pones más capas y ya está pero si eres caluroso en verano no tienes nada que hacer. ¡Mentira! Aquí, en mi querida ciudad de Barcelona, hace una humedad de cojones y a la que te quedas paradico un rato, el frío se te va metiendo y metiendo. Los pies se te quedan como bloques de hielo, las manos parece que se te van a romper en cualquier momento, la musculatura de la espalda se te agarrota en forma de vieja chepuda creando un sinfín de contracturas que ves como te va encorvando. Intentas meterte para dentro de ti mismo buscando el calor de tus vísceras pero, lamentablemente, nunca lo consigues. Es como los que intentan imitar a los perros lamiéndose sus pelotas.

Esta noche mismo, he dormido con mi nórdico de plumas de dos capas, una manta de cuadritos de lana que me hizo la mama, un chal en los pies que hizo mi abuela, el pijama, los calcetines térmicos, el chandalet, la bolsa de agua caliente. Vamos que cuando ha sonado el despertador más que hacer el bip-bip de cada día ha hecho el clinc del microondas. Y como soy de moverme mucho me he levantado molida. Cada vez que me giraba parecía basca moviendo troncos. ¡Venga Patxi! ¡Arriba ese nórdico, coño!

Que la solución fácil es poner la calefacción a tope. Si, pero ya bastante nos roban los señores de la luz, que esos no son morcillas pero si son otro tipo de embutido: ¡CHORIZOS!

En fin, que ya sé que no es normal ser tan friolera pero que le vamos hacer. Y es que soy como una florecilla, dame sol y te daré una sonrisa.

1 comentario:

  1. Pues yo nací en Mayo, así que debo ser un híbrido de friolero-caluroso... porque ni siento ni padezco... ni en verano ni en invierno.
    Saludos.

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