lunes, 30 de marzo de 2015

Chutando piedrecitas

Me encanta ir por la calle y darme cuenta de que, a veces, los humanoides hacemos actos tan tontos como el de ir chutando lo primero que se nos aparece delante de un pie.

Que tienes un día de esos en que odias al mundo, pues zascas, le das un patadón a una minipiedra y todos tus quebraderos de cabeza parece que se vayan tan lejos como ella. ¡a tomar por culo todo! ¡toma ya! Aunque a escasos centímetros de ti, te la vuelvas a encontrar mirándote con cara de ¿en serio esto te ha funcionado? Como provocándote... Te enfuruñas más todavía y le vuelves a dar con más fuerzas. ¡rezascas! Y así, hasta que realmente te das cuenta que es una bobada y de lo ridículo que es intentar solucionar tus problemas a base de penaltis callejeros. Y rezas para que nadie te haya visto haciendo el memo y aunque, lamentablemente si, pues no estás solo en este mundo, encuentras esa alma comprensiva que te ha visto haciendo el canelo, sobretodo si has lanzado la patada al aire, sin darle al objetivo, expresando en su mirada un tranquilo, todos hemos tenido un mal día.

O momentos anuncio de Estrella Damm para este verano, que sin pensarlo, un chico le da una patada a un tapón de botella que sin saberlo se convierte en pelota de fútbol. Éste rueda hasta los pies del compañero quien hace un pase magistral a su amigo que la intercepta, regatea a la insulsa de su novia, ésta tuerce el morro, ya están los hombres y sus tonterías, pero él insiste y le hace un caño, ella se ríe y torpemente se mete en el juego. Lo consigue y se la quita, tropieza y choca contra una vieja que grita una retahíla de amarguras que no se entienden nada y los amigos siguen su camino entre risitas cómplices. Quedando el tapón olvidado en una esquina a la espera del siguiente equipo improvisado.

Y quizás, así empezó el balonpié. Un señor con unas pieles como taparrabos, preocupado por la falta de caza lanzó una piedra justo en el momento en que un compañero suyo andaba entre dos menhires y que sin darse cuenta o por instinto éste paró el proyectil. El otro al ver tal hazaña agarró otro pedrusco y señalándolo de forma desafiante le dijo "¿a que no hay huevos de parar ésta?" 
 
Vale, quizás el fútbol no empezara a pedrada limpia pero oye todo puede ser, que por aquel entonces eran muy brutos.

A lo mejor, tampoco no es muy normal esta atracción entre pies y objetos rodantes pero no me negaréis que, al menos, uno se entretiene un rato y se siente mejor.

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