lunes, 4 de mayo de 2015

¿huevona yo?

Pues si, lo confieso. ¡¡Soy una huevona!!

Y no sólo porque se me enquisten las cosas en la cabeza y hasta que no las hago no soy feliz. Como con lo de ir a visitar Tossa de mar. Anda que no he dao yo la murga con el tema. Aunque, por fin, este fin de semana lo conseguí y nos lo pasamos estupendamente bien. ¡gracias, chicos!


Sino, más bien, porque me encantan los huevos en todas sus versiones. ¡Ay qué rico el huevito!
El otro día vi, en un programa de televisión, con ojos incrédulos, como increpaban a la tortilla a la francesa. ¡qué era comida de enfermo!

A ver, tampoco digo que sea mi plato preferido que manjares hay muchos y muy buenos pero ¿qué hay más entrañable que ese bocadillo excursionero, hecho un higo en el fondo de tu mochila y reblandecido con toque a mandarina o a plátano pocho?

Lo cierto, es que la tortilla me gusta en todas sus variedades, la tortilla de patatas, tan española, tan nuestra. Sus variantes con calabacín o a la jardinera, la de espinacas, qué buena está y ahora me estoy recordando a mi misma como el personaje que hacía María Esteve en Al otro lado de la cama, enumerando las múltiples variedades de la pasta que le gustaban ¡qué graciosa, la tipa!

Lo que si que estaba muy rico y me hacía mi madre en época veraniega era la torre de babel de todas las tortillas a la vez. Un pastel con todas ellas con una fina capa de tomate frito entre capa y capa con una buena cobertura de mayonesa casera que cubría todo el pastel. No hay boca ni buzón que pueda meter un bocado entero a la porción sin que se te descuajeringue entera.  Entonces, viene el dilema, ¿por dónde la partes? ¿cual será la combinación perfecta de sabores?

Que si adoro al cerdo por el bendito jamón que nos da con sus piernas rechonchitas y bien curadas, también a la gallina por expulsar huevos por el culo. Y nuevamente, tenemos que dar gracias al primer señor que se le ocurrió llevarse eso a la boca y comentarle al resto de la población del mundo que estaba bueno. ¡Gracias amigo! Gracias por no desfallecer en el intento, sobre todo, en el momento que viste que la cáscara se te rompía y te llenabas la cara de chorretones de huevo. Insisto, gracias por darle una oportunidad a este alimento tan lleno de proteínas que nos es tan valioso para el resto de los humanoides que han ido generación tras generación mutando y perfeccionando el arte culinario de cocinarlo de mil formas y maneras.

Y como todo en esta vida tiene que tener un día internacional de... (que ya hablaremos más extensamente sobre esta memez en otro momento) el huevo, no podía ser menos y os invito a todos a que vayáis por Corpus a los jardines de la catedral de Barcelona para ver el ou com balla. Bonita tradición que consiste en adornar una fuente con flores y ponerle un huevo en la punta del chorrito para ver como el huevo milagrosamente se mantiene sin caerse. Si, quizás es una tontería de propociones bíblicas pero no veas la de gente que se reúne ese día para ver el espectáculo huevil.

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