Y no pude evitar pensar en eso del Karma. No sé muy bien cómo funciona, no estoy muy versada en el tema pero estoy convencida de que si en algún momento me hubieran preguntado antes de nacer hubiera votado por gato!
Dicen que si haces cosas buenas, de buena voluntad, el karma se te verá compensado con buena suerte. En mi caso, debo estar en un medio medio de mis rencarnaciones que, por otra parte, debe ser lo normal, pues ni soy tan tan buena, como algunos insisten en etiquetarme, para tener una vida de ensueño, ni soy mala como una pulga, como está clarísimo que lo fui en una vida anterior.
Ay, qué pena no poder viajar a esa vida anterior, donde me pasaba los ratos retozando, happy flowers, todo el día medio en pelotas con el calorcito bueno del verano eterno, comiendo uvas y con unos buenos jamelgos abanicándome. ¡Porqué sino ya me dirás...! ¡Porqué en ésta vida, ni jamelgos, ni chichinavos! ¡Y encima anuncian lluvias, venga ya, con lo bien que íbamos!
A, antiguamente, para picar a nuestro compañero I, le solía preguntar que en el caso que hubiera una batalla épica entre Dios y Buda quién ganaría. Pues yo ahora, me pregunto quién ganaría en nuestras vidas. ¿Destino Cruel, con sus cuerdas jugando con el rumbo de nuestros corazones a su antojo o el karma que de un plumazo te lo quita o te lo da todo por una actuación pasada?
Los que me conocen ya saben de mis personajillos llamados Destino Cruel y Divina providencia. El yin y el yan de la mi humilde vida pero quizás se me ocurre que podría dar un giro argumental haciendo cosas buenas e introduciendo al hado gordito karma para asegurarnos una vida sana y feliz en mi próxima reencarnación.
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