martes, 21 de junio de 2016

La burra rociera


Hace poco, hablando con mis compañeros sobre los juguetes de cuando éramos niños, me acordé de uno de mis peluches favoritos: La burra rociera.

¡Como veis por la foto el bicho es lo más! Es que lo tiene todo, la pobre. De todas las especies del reino animal que se han adaptado a peluche, alguien decidió que una burra de color naranja podría ser idónea para ello. Pero como no la podían dejar desnudita porque en los 70 el puritanismo estaba al orden del día, una mente brillante pensó, seguramente muy puesto de rebujito, ¡¿coño, por qué no la vestimos de faralaes?! Pero claro una burra naranja con un vestido de topos rosas quedaba sosa. Y esa persona después de mucho pensar y pensar se dio cuenta que lo que le faltaba a la triste y desolada burrita era una rosa en medio de la cabeza. ¡Ahí, entre oreja y oreja!

En ningún momento se me ocurrió ponerle un nombre y es por lo que creo que no es muy normal, ninguna de mis muñecas tenía nombre. Para mi las muñecas eran extras de mi película. Si jugaba a estar en clase yo era la profesora y ellas las alumnas, qué más daba cómo se llamasen. Si era una famosa cantante, ellas estaban allí en mis conciertos como mis más incondicionables fans. Incluso la más especial, de la que guardo mis mejores recuerdos porque cada noche me acompañaba en mis sueños y en mis pesadillas no tenía nombre, era "la nina"

"La nina", a diferencia de la burra rociera era más sencilla, de un solo color que empezó como azul claro y acabó en gris transparente. La tela era de toalla y por dentro era de bolitas diminutas de porexpan. Toda ella era mullidita excepto la cara que era de plástico con los ojos pintados. ¡La de años que dormí con esa muñeca! Como duermo en posición fetal, al estar de lado el brazo que está en la parte que no toca a la cama se me cae y poniendo la muñeca por medio evita el efecto deslocamiento de hombro. 

Y aunque me tilden de poco feminista y que me paso por el forro la igualdad entre hombres y mujeres, creo que para una niña es muy importante su primera muñeca. ¡Qué bonico ese vínculo especial que se crean entre las dos! Si tuviera una niña... ¡Cuidado, apartarse! ¡Debo estar ovulando! 

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