Hoy no puedo dormir, como muchas
otras, no os engañaré pero como en esas otras me da por escribir y hoy que mi
ciudad está de luto por haber sufrido un atentado cruel quiero compartir con
mis palabras como me he sentido.
En mi despiste habitual mañanero
me he ido a trabajar dejándome el móvil cargándose en la mesita de noche.
Durante el día me ha importado un real bledo. Por un día... ¿qué puede pasar?
Al salir de trabajar he pasado
por el supermercado a comprar cuatro cosas que me hacían falta. Extrañamente
aun por ser agosto éramos cuatro gatos dando vueltas por la tienda. Al girar un
pasillo una pareja ha comentado que había habido dos muertos. Qué mal rollo
pillar esta conversación entre neveras. Al llegar a la caja una señora le
contaba al dependiente que había habido un atentado en la Rambla Catalunya.
Acto seguido he ido a buscar mi móvil en mi bolso y recordé que él seguía en
casa. Otro señor se ha añadido a la conversación para dar más detalles tan poco
fiables como los de la señora.
Al salir de allí me he encontrado
con calles desiertas y los pocos transeúntes que me cruzaba iban hablando por
el móvil calmando a sus allegados despreocupándolos por su salud.
Me sentía imponente, desconectada,
desinformada. Me daba la sensación que había regresado al 11-S y que hasta que
no llegara a un punto de conexión no estaría segura. Muerta de miedo por no
saber qué pasaba y angustiada por no poder avisar a los míos de que estaba
bien.
Cuando por fin he llegado a casa,
he recuperado mi teléfono y he visto todos los mensajes que me habéis enviado,
uno a unos os he ido contestando. Me temblaban las manos de los nervios, por
sentirme arropada en un momento así, compartiendo nuestra preocupación porque
todos estuviéramos resguardados de la violencia.
Me he puesto las
noticias, la radio, todo a la vez. Por una oreja escuchaba a un testimonio y
por el ojo izquierdo veía, como si de una película se tratase a policías con
chalecos y armas en mano corriendo por el centro de Barcelona. He cogido el
ratón y le he dicho al mundo con un click en Facebook que estaba sana y salva
en casa.
Como sufridora profesional que
soy he repasado mis contactos y a los que no veía su última conexión en hora
cercana les he hecho llegar un mensaje. Las horas iban pasando y poco a poco el
recuento de mi entorno se iba completando pudiendo respirar un poquito más.
Curiosamente los que más he tardado en localizar son los que menos se han
preocupado por si yo me encontraba bien.
Quizás penséis que exagero. No
sé, quizás sí que lo normal hubiera sido simplemente mirar las noticias para
ver cómo se desarrollaba todo, impávidos frente a nuestros televisores, como
habréis hecho muchos pero no hace tanto que perdí a una persona y puta gracia me
haría perder a otra, la verdad.
Tristemente tengo que alegrarme
de en ese intento de informarnos no haber recibido imagen o vídeo de lo
sucedido. Chicos, en serio, estamos tontos o qué pasa. ¡Mandadme memes hasta la
saciedad, si queréis, pero no muertos ni personas heridas!
Estoy muy triste por esta
terrible injusticia y aunque sé que mi ciudad ha respondido como una gran señora y, por mucho que digan, tardará en marchar este mal sabor de impotencia y de miedo
entre sus habitantes. Sí, lo siento, miedo por lo fácil que ha sido, igual que
en Londres o Niza volantazo y aquí reivindico mi lucha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario