viernes, 1 de febrero de 2019

Cosas del Gualaplof


Por el motivo que sea, estoy luchando contra las fuerzas de la humanidad para intentar vender por cuatro duros varias rampoinas y trastos por una famosa aplicación de ventas de segunda mano que, para no hacerles publicidad, llamaremos Gualaplof.

Interactuar con humanos siempre me ha costado un pelín, para qué engañarnos, a estas alturas todos ya sabréis o lo podéis intuir que soy una persona muy lógica, un tanto excéntrica y probablemente con más ADN de marciano que de monito, pero hay quienes me ganan y están a años luz de mi cuadriculada mente.

Véase, por ejemplo, esa persona que se puso en contacto conmigo para que le enviara por correo un sofá de tres plazas de forma gratuita. No sé que tenía en mente esa señorita porque yo hasta la oficina de Correos no me iba a ir cargada con esa cosa a los hombros o como esas mujeres que transportan tinajas enormes encima de sus cabezas. Cómo pude, intentando no caer en la trampa de llamarla borrega, tontaina, alma de cántaro y varios apelativos más aludiendo a su probable escasa masa cerebral, le respondí que eso no podía ser debido a que, como indicaba en el mismo anuncio, vivo en un quinto sin ascensor y que por eso lo tenía a un precio tan inferior al que le correspondía. Pues la muchacha, al segundo, me contestó que si lo ponía en la aplicación tenía que poderse y tenía que ser gratis. Como soy débil en debate dudé de hasta la propia física universal y pensé que quizás incluso podría ser. Entonces, opté por dejarle la pelota muy bien puestecica en su tejado y quedamos que ella se informaría del tema y que ya me avisaría si eso resultaba ser cierto... Todavía estoy esperando.

Hay gente en este mundo que cuando se empecina en algo no hay quien los quite de ello. Uno me insistía para que le indicara qué parada de metro caía más cerca de mi casa. Y yo dale que dale a decirle que no se podía llevar una butaca que pesa la de Dioses Cristo en metro. Si como mínimo su nombre hubiera sido Hulk...  

Pero no fue la única persona que se pasó las leyes de Newton por el arco del triunfo. El personaje en cuestión quería adquirir una mesa auxiliar para poner la televisión. Como no había manera de ponernos de acuerdo para quedar y realizar la transacción me propuso la más disparatada de las ideas. Que si un día me pasaba por el centro, si eso, que le avisara. ¿Sabéis ese típico día que te levantas con ese gusanillo y esas ganas de pasear tranquilamente, sin agobios por el centro de Barcelona? Sí, sí, ese en que te pones algo bonito, tu mejor sonrisa y te echas a la calle con un mueble auxiliar para la televisión en el bolso. ¡Hombre, venga...! Que sí, que lo normal es encontrar de todo en el bolso de una mujer pero vamos que yo creo que ese señor debe ser usuario de la droga porro muy frecuentemente porque sino yo no me lo explico. 

Que ya os digo que rico con esta aplicación no te haces pero para llevar más ligera la siguiente mudanza a mí me está yendo de coña. Que cuando pillas a alguien bien y la conversación es fluida, oye, una maravilla, pero como te escores en algo... ¡Cagarela! 

Una señora me preguntó si unas caja que vendía para organizar y guardar trastos eran nuevas. Muy amablemente, porque rancia sí pero mal educada no, le dije que estaban usadas pero que se encontraban en buen estado. Al día siguiente, leí otro mensaje suyo: ¿Están nuevas? No daba crédito. Le vuelvo a responder con otras palabras, amablemente igual, como le comenté ayer no pero están bien bla, bla, bla, bli, bli, bli... Al día siguiente, otra vez la misma pregunta. Yo ya con la mosca en la oreja se lo comento a una compañera. Entre jijis y jajas descubrimos que la aplicación había estado teniendo problemas y se habían estando enviando mensajes repetidos. Y yo venga a darle explicaciones a la pobre señora que, evidentemente, no me compró las cajas porque debería pensar que estoy como un cencerro.

Y así es mi vida en la actualidad, que mientras me vuelvo a mudar por enésima vez, para volver al número uno, voy quitándome lastre de encima. Si necesitáis una mesa de comedor, una cama o cualquier otra cosa, no dudéis en poneros en contacto conmigo y hablamos de las leyes de la oferta y la demanda.

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