
Hasta
ahora he ido paliando los síntomas hinchándome a vitaminas, ibuprofenos y
quejándome mucho y tira que te vas. Y mira, como decimos por aquí, quien día
pasa, año empuja. Eh, y gracias, ojo. Que hay gente que está mucho peor que yo.
Al fin y al cabo, yo solo tengo el cuerpo de una croqueta gigante.
Hace
unas semanas mi compi L, me comentó que el veterinario le recetó a Panchulino,
su bolita hámster, unas gotas milagrosas y que ahora parece Súper Ratón. Me
dijo que era un aceite que iba muy bien para los dolores musculares.
Aunque
yo soy humana y no roedor, por cuestión de tres o cuatro genes de diferencia,
me picó la curiosidad y tiré, como no, de internete. Vaya, con las gotitas.
¡Marijuana líquida! Atónita me quedé. Pos se ve que en esencias, semillas,
aceites y cremitas no te endronga y va estupenda para el cuerpo. The new aloe
vera?
Pero
como en todo y a falta de regulación es un despiporre de marcas, composiciones
y un sinfín de que lleva qué y cuánto. Insistí a L para que hablara con su
veterinario y saber de una fuente más o menos fiable de dónde sacaba las gotas
milagro. Pronto me resolvió la duda y mirando vi que la dirección que ponía
estaba en la calle Balmes, relativamente cerca de casa de mi mamá y allí que me
fui con ella. Drogas y tuppers, ¡Qué más se puede pedir en la vida!
Llegamos
al sitio y vimos que no era una tienda ni un local sino que era en un piso...
Ay, mamá, cagarela! Ya nos empezamos a poner neviosillas. Que si a ver si
esto no va ser legal... Que si esto es un engañabobos... Que si vamos a can
dealer, el pijo... Nervios, risa tonta, ding-dong y nos abre la puerta un
jovencito de algún punto indeterminado del mundo excepto de la península que
nos indica que efectivamente era allí donde vendían el tema, que avisaba al
especialista para que nos atendiera y que, mientras, por favor, esperásemos en
la salita.
Entonces
salió otro chico, también de otro punto indeterminado del mundo excepto la
península, que libreta en mano y súper calmado, muy amablemente, me estuvo
preguntando mis síntomas, dolores, mi edad, mi peso... pero como yo iba con la
idea de que estaba en una startup de drogaïna cannábica se me iba escapando la risilla,
tartamudeaba giraba las palabras, bueno, bueno, bueno, el drama de la Maiqueta
monguer... El chico impertérrito con sus ajás, okeys, muy biens, me acabó por
dar la pauta de las gotitas que debía tomar.
Se
retiró y, al cabo de unos instantes, volvió aparecer con el potecito del
líquido feliz, una cajita a medio montar y el datáfono para el paganini. Me
dijo que no tenía cajetillas de la sustancia que me estaba vendiendo y que me
daba de otra similar. Más que nada porque está obligado a poner la fecha de
caducidad, que había tamponado hacía un momento y que todavía chorreaba tinta.
Cuando pagamos la morterada por las gotas milagro me pasó su tarjeta de visita
y tuve que contener la carcajada al leer su nombre y su cargo
"especialista científico". ¡Venga ya! ¡Esos es provocar dealer pijo!
La
cosa está en que debes ponerte cinco gotas del líquido mágico bajo la lengua.
Muy hábil y con ansias de probarlo al llegar a casa hice un primer intento.
Mirando hacía arriba, boca abierta, gotero en mano... ajá... sí, lista. Muy
bien, una, una... ¿si? ¡Joder, ahora cómo sé cuanto ha caído? Bueno, voy a
darle otra vez al émbolo. Dos, dos... ¿si? ¡Joder, esto es imposible de contar!
¿Y si me estoy endrongando demasiado...? ¡Al menos tengo la boca como un buzón
de correos y sé que no me voy a dar en un ojo!
Salvadas
las primeras tomas ya frente al espejo y. contando como una persona normal la
dosis que me corresponde. no sabría deciros si realmente funciona o no.
Tendremos que esperar unos días más para ver si hacen efecto las gotas milagro.
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