
Aún
así, Yak es afable, siempre que me ve me pregunta que tal estoy o cómo me va
todo. Y, aunque vivimos en un cuarto sin ascensor, suele subir las escaleras silbando
alegre y feliz con su monopatín bajo el brazo.
Pero
el otro día oí algo que... No sé... Que yo tengo mucha imaginación, sí, sí,
pero a mí no me pareció normal, yo si eso os lo cuento y a ver qué os parece a
vosotros.
Era
media tarde cuando sonó el timbre de su puerta. Yo justo pasaba por delante de
la mía, de camino a la cocina, cuándo oí a Yak saludar a su visitante. No le di
importancia, Yak es muy sociable, suele hacer reuniones de tono alegre más de un día y alguna que otra jovenzuela se queda a pasar la noche con él. Así
que no me pareció tan raro. Pensé que sería alguno de sus amigotes habituales de
sus saraos.
Lo
que sí me sorprendió fue cuando pude oír que su visitante abría la cremallera
de una bolsa... Ziiip... Pasaron unos segundos en que todos, ellos a un lado de
la puerta y yo al otro, nos quedamos inmóviles. Pronto,Yak rompió el silencio
con un Ok, comming y fue entonces
cuando le dejó pasar a su casa.
¡¿Qué
llevaba el visitante en la bolsa?!
Qué
debía ser para que Yak no estaba dispuesto a dejarlo entrar sin antes ver si el
contenido de la bolsa era el correcto. ¿drogas? ¿armas? ¿era una bolsa de bolos
con una cabeza humana? ¿Yak es un joven espía? ¿Un francotirador? ¿Odia
tanto como yo a la gente que va en pijama por la calle para llegar a esto? ¿Bueno?
¿Malonete? ¡Pero si parece encantador! ¡Ay, Clarice, cómo engañan las
apariencias!
Y
lo peor de todo es que, si todo eso es verdad, si realmente tengo un piso
franco delante... ¡¡¡QUÉ COÑO HAGO YO SIN MIRILLA EN LA PUERTA!!!
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