Aunque ese mismo gesto, el que hacía la niña con la lengua, es el mismo que hago yo cuando estoy sacando los higadillos en el gimnasio y me concentro en no morir a media canción de chumba-chumba mientras doy un puñetazo al aire y muevo las caderas a distinto ritmo que la música, por supuesto.
Otro gesto involuntario que hago, y reconozco que este es más vergonzoso y gracias a Dios sólo lo hago en la intimidad, es el abandono total de la lengua. Mientras estoy relajada viendo la televisión, en más de una ocasión, me he pillado a mi misma con la lengua a fuera. Cuando le pasa a Capitán me río, me parece una monada. Cuando me pasa a mi, me da la sensación que tengo un problema neuronal o algo y ya no me aguanto ni la lengua.
Otro gesto curioso muy mujeril es el de abrir la boca mientras te pintas los ojos. No se puede evitar, se te queda cara de pez pero es que es irremediable poner caras cuando te estucas la cara para parecer los todavía, como diría Mafalda, para salir a la calle con cierta dignidad.
Los machotes de la casa también tienen gestos involuntarios, que lo de rascarse los cascabeles, en algunos, más que un no parar involuntario es un vicio.
¿Pero es justo que nuestro cuerpo actúe a su antojo cuando nosotros no nos damos cuenta? En un libro que me estoy leyendo, cuando la protagonista se muerde involuntariamente los labios porque quiere tema, la describen en plan "uy, qué sexy soy". Yo me pongo roja, tartamudeo y mis gestos involuntarios se multiplican por mil, gesticulo en exceso, me toco el pelo, me rasco la ceja y si me muerdo los labios pero compulsivamente y sin ninguna gracia!
Vale, yo no soy muy normal en lo referente a este tema pero algún tipo de control deberíamos tener, ¿no?
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