jueves, 4 de abril de 2013

La abuela de visita

En mi nuevo hogar tengo otros vecinos. Desde luego no son tan ruidosos como en el piso anterior pero no se quedan cortos. Hasta ahora no les daba mucha importancia. Tampoco molestaban tanto pero vino la abuela de visita y ya la liamos parda.

Creo recordar que ya os comenté que mis vecinos son de nacionalidad china. Tienen un bar justo al lado de mi casa y tienen la vivienda encima de él. El niño pequeño es el niño más llorón que he oído jamás, da una penica pobre, se pasa todo el día llorando y gritando. La mujer todo el día en la cocina, haciendo tortillas. Cuando te asomas a la ventana de la cocina la oyes venga que te venga entre cazuelas y el sonido típico de batir los huevos. El hombre se dedica hacer los cafés, tardé en identificar el sonido de "pong-pong" de vaciar el poso del café, al principio pensaba que estaban en obras y eran martillazos, pero después de un tiempo ya deduje que no podían demorarse tanto las obras y que fuera lo que fuera no era producto del bricolaje casero o sino esta gente ya no tiene paredes. Lo que esta claro es que en este bar los borrachos se sirven a sí mismos porque sino no entiendo como se apañan si uno no para de hacer cafés y la otra toltilla española.

Hace unos unos días una voz estridente llegó a mis oídos. Un grito agudo en un idioma totalmente inidentificable invadió mi casa. Mi gato y yo nos miramos con cara de "¡Oh, Dios mío! ¡Ha llegado la abuela!" Parece que la cosa es bastante definitiva pues ya lleva más de una semana y me da que esta señora no se va a volver a su país. 

Asín que ahora mismo en mi casa se puede oír a un papá chino que ruge como un león cada vez que carraspea para echar un gapo. Costumbre muy habitual entre el poblado chino y muy pero que muy molesto para mi, pero están en su casa, no se puede hacer nada al respecto. Un niño llorón que ahora llora más porque tiene a la abuela gritándole y dándole por culo todo el rato. Una mamá china que no para de batir huevos y la yaya bigotuda, según mi imaginación, que no para de molestar a media familia y a mi incluida.

Gracias a Dios eso sólo ocurre en el ala este de mi gran palacio. Mi habitación, por suerte, permanece tranquila y me dejan dormir hasta que abren el bar y los borrachos lastimeros empiezan a tocar los huevos con sus vidas patéticas. Por el resto, sigo muy feliz en mi nueva casita.
¿A caso es imposible tener unos vecinos normales?

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