lunes, 3 de junio de 2013

No es por ti, es por mi

La semana pasada me cambié de compañía de móvil y fue como si dejara a mi pareja. 

Me llamaban y me insistían en que debíamos continuar con nuestra relación. ¡Cómo si a mi no me hubiera costado tomar esa decisión! Me costó,  básicamente porque la  nueva compañía también tenía sus dudas y no me quería aceptar como usuaria. Pero una vez logré conquistarla tuve que renunciar a todo lo que me daba la anterior. 

Y es que, como en todo, cuando estamos a punto de perder algo es cuando le damos  valor. 

Me llamó un sin fin de veces, me dejaba en el contestador mensajes suplicantes, sms de "no te vayas, por favor. Quédate con nosotros" , os lo juro que así fue su último mensaje. 

¡Impresionante!

Me ofreció regalos, móviles, ardillas, delfines, pandas y no sé cuantos animalillos más quería que adoptase. Yo le repetía una y otra vez que no quería nada. Ya era demasiado tarde, que no me había cuidado nada cuando estuve a su lado. Tantos años juntos, tantos puntos acumulados para nada. ¡Jamás me regalaste nada! ¡Ni una funda promocional! Siempre tenías ojos para los demás, a ellos si que les regalabas el móvil molón de turno porque te prometían permanencia contigo. 

Pero no es hora de reproches. Tu has jugado tus cartas y yo las mías. Que te vaya bien la vida, quizás en 24 meses vuelvas a saber de mi.

Vale, quizás no es muy normal comparar la ruptura de una pareja con cambiar de móvil. Lo segundo es mucho más doloroso. ¡Ande vas a parar!

Bromas a parte, cambiar de compañía de teléfono es un calvario. Que si móviles de mil gamas, marcas y colores. Que si mil tarifas céntimo arriba,  céntimo abajo. 

Una vez lo tienes todo y te llega el paquetito a casa, instálate one more time todos los programas, sincroniza contactos y recupera datos. ¡buf, una feinada

Nada, que os deseo mucha suerte a todos los que lo tengáis que hacer en breve.

1 comentario:

  1. A mi me pasa lo contrario! :P
    Nunca he tenido contacto con esta compañía de teléfonos, pero no para de llamarme, que quiere conocerme mejor... ¡Y ya no sé cómo "darle largas"!

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