Últimamente, en la televisión dan una serie de una chica que quiere vengarse de los que mataron a su padre. Una de los detalles de la serie es que guarda todos sus recuerdos en una caja de madera. Creía que lo de guardar rampoinas sólo lo hacíamos los cáncer. Yo ya voy por la tercera caja de recuerdos. Allí guardas fotos, cartas, entradas de cine y cosas de valor sentimental.Si casi al ecuador de mi vida ya tengo tal acumulación de mierdecicas no quiero pensar el contáiner que voy a necesitar cuando sea viejita.
Lamentablemente, hace poco tuve que guardar a la Ovella dormi, al Rei Rana, al Gos Quadrat, todos amiguitos de mi querido Capitán que murió hace unos días. Pero no quiero ponerme en cosas tristes que algunos pensaréis que es macabro, que no debería publicar nada de este tema tan íntimo y personal. Pero al igual de cosas que escribo en esta página son cosas que me han ido pasando, lo del Capitán siento que no puede ser menos.
Muchos reclamabais mi prosa internáutica pero me cuesta escribir sin obviar que mi mejor amigo haya muerto. Como si no hubiera pasado o ese hecho no me hubiera afectado. En mis líneas todos sabéis que lo casco todo. Siempre hago partícipe de toda mi vida a todo el mundo. Quizás mi animadversión a los secretos o al ocultarnos cosas me haga ser una incontinente de chachara personal. ¡Y luego me quejo que no tengo intimidad! Soy lo peor, lo sé. Al menos, me consuela que mi vida mongil nunca me llevará a contaros mis escarceos con príncipes ni azules ni de colores con sangre de horchata.
Pero el contar las cosas a tó quisqui puede generar situaciones de lo más insólitas. Por ejemplo, el fin de semana pasado, tenía que hacer una excursión que organizarban en mi gimnasio. La verdad, es que estaba bastante nervi porque me daba cosilla, soy una miedica, qué queréis que os diga... Y la imaginación es muy mala y yo ya me veía con el kayak girado y haciendo espavientos con las patas. Lo anuncié a los cuatro vientos, creo que a los únicos que no se lo conté fueron a los borrachos del bar de abajo y a la vecina que me mira mal, más que nada por no molestar, como parece que le caigo mal. Resultó que cuando se lo conté al Sr. Antonio, el del bar donde voy a desayunar, él también tiene un kayak y me estuvo dando una clase improvisada desde detrás de la barra del bar. Fue divertido y me tranquilizó bastante.
Y es que quizá no es muy normal que Dios y su madre sepan todo de ti pero a estas alturas me importa un santo pito y a quien no le guste, que haya como cuando eramos peques, se tape los oídos y canturree alguna canción mala y yo ya lo interpretaré como un no.
Besos a todos y gracias por los ánimos y las felicitaciones.
Besos a todos y gracias por los ánimos y las felicitaciones.
Wapaaaaa feliz cumple! Si te sirve de consuelo a mi me pasa lo mismo, lo cuento toito toooooo besicos
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