martes, 6 de agosto de 2013

El brasas



El otro día, en la playa pude ver en vivo  y en directo la telenovela del verano.
Los protagonistas Bea y El brasas. Los dos son de la capi però desde pequeños pasan los veranos en el pueblecito de playa en el que nos encontrábamos.

El brasas es un chico solitario. Hace poco ha empezado a correr por la carretera de Les aigües, solo 2 horas, nada más. Aunque como siempre, se ha subido la bicicleta para ir a dar paseos por los alrededores.  Dice que ya no aguanta tanto como antes y las cuestas no las sube con la misma facilidad que cuando eran jovencitos. Este año también se ha subido la bicicleta eléctrica que le tocó hace poco, el cómo le tocó no lo llegó a contar pero si que sabemos que funciona muy bien y va de maravilla.

Bea es una chica finita, nariz respingona, delgadita, de voz dulce y muy mona toda ella.

Bea estaba la mar de agustito en la playa con su toalla bonita y su cesto de mimbre cuando llegó El brasas.

- ¿Qué, qué tal? ¿Eh, qué tal? Cuéntame, va, que tienes muchas cosas que contarme.
Bea:
- mmm...
- bueno va, venga, cuéntame, ¿tu padre qué tal? ¿Mejor?

Al final, la muchacha le contó que después de la operación como el cáncer no ha remitido le están dando unas pastillas experimentales. Se ve que solo 200 personas en el mundo están tomando este medicamento. Que toda la familia lo estaba pasando mal y que ella hacía tiempo que no podía comer bien.

Luego, le tubo que explicar las penurias que  estaba pasando en el trabajo, que muy bien no andan las cosas y él le contó lo imprescindible que es él en el suyo ya que cuando estuvo de vacaciones se lío parda sin él. Dieron un buen repaso a los antiguos miembros de la colla del pueblo y se pusieron al día con sus vidas. Que si Javi se ha comprado un barco como el de su padre. Que si Desi se ha divorciado. Que si Julia ha encontrado novio y por eso ya no sube tanto al pueblo.

El momento hot fue cuando se fueron al agua. Una aguadilla por aquí, uy, qué te tiro por allá y ahora me subo a caballito. Como no podía ser de otra manera,  Bea se adelanto para salir del agua y El brasa fue directo a la duchita fría. Cuando volvió empezarón los susurros y su conversación era imperceptible a nuestros oídos. Al poco rato se fueron juntos.
FIN.

Vale, no me dejaron hacer la siesta pero estuve dos horas de lo más entretenida. Y lo más impresionante,  lo que deja fuera de juego a toda normalidad es que, yo que soy tía encuentros, al día siguiente me encontré a Bea que estaba delante de mi en la cola del supermercado de mi barrio. ¡Si es que nunca sabes a quien te puedes encontrar en el super comprando caramelitos! ;-)
Todos los nombres de este post son irreales y basados en la gran serie de nuestra infancia Verano Azul.

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