Soy una motita de caspa aferrada a tu hombro. Me acuna tu perfume que me embriaga. Quiero vivir aquí para siempre. Observando lo que tu ves, escuchando lo que tu oyes. Quiero susurrarte palabras al oído que te hagan estremecer.
Pero soy débil y quiero más de ti. Me cuelo por tu camisa impoluta y me adentro en tu bosque enmarañado de escasos pelos que adornan tu torso. Bajando a cual Rapunzel por ellos, llego al ombligo y saludo a las pelusillas, son pocas y estan aburridas. No podia ser menos en un hombre tan perfecto como tu.
Me advierten que no baje más. Que el brillo me puede cegar. Por supuesto, se refieren a tu cinturón, con su inmaculada evilla resplandeciente. No me importan las barreras que me quieras poner. Quiero averiguarlo, quiero convertirme en una exploradora de tu ser.
Mis fuerzas flaquean y destino cruel quiere separarme de ti. ¡Ahora no, maldita perra envidiosa! Pero sin compasión alguna me arranca de mi lugar favorito que es tu cuerpo.
∞
Me balanceo entre tus rizos. Soy Tarzán de la selva en tu
bonita cabeza. Hoy has cambiado de champú e irremediablemente me
resbalo. Acunado por uno de tus pelos perfumados, me deposita
delicadamente en tu hombro. Oteo a mi alrededor mi nuevo espacio y observo lo maravillosa
y bonita que eres. Estas frente al espejo y sonries.
Tu mano frota
suavemente tu hombro y me precipita al desfiladero que hay entre tus
pechos. Flanqueados por un sujetador de encaje es un camino sin salida.
Haciendo un esfuerzo titánico recorro toda la copa del sostén acariciando tu aterciopelada piel. Me deslizo por la sedosa tela y mi
viaje se transforma en un vaivén de costillas para llegar a la curva que
convierte tu cuerpo en una escultura perfecta.
Como si recorriera la media luna menguante voy por debajo de tu ombligo para ver que existe algo en ti que pude embriagarme más que tu perfume y que excita por completo todos mis sentidos. Ese olor penetrante hace que mi juicio se nuble y quiera hacerte el amor salvajemente.
Pero soy una motita de caspa, no puedo ser tuyo, ni tu ser mía. Con el pensamiento de un amor impuro digno de un Montesco, me precipito por encima del monte que tienes escondido bajo tus braguitas precipitándome al vacío de la inexistencia.
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