miércoles, 12 de febrero de 2014

La caja (II)

Hace casi dos años que estoy soltera. Uy, estoy tan nerviosa que no se ni en qué tiempo verbal pienso. Estuve casi dos años soltera, ya llevo unos meses felizmente arrejuntada con un chico. Es encantador y me vuelve loca. 

Es nuestro primer San Valentín, no me quiero hacer muchas ilusiones. Aquí en Catalunya dicen que no deberíamos celebrarlo, que el día de los enamorados es en abril, por Sant Jordi, él es muy catalán así que poco puedo esperar. 

Pero yo no paro de ver anuncios y carteles con corazoncitos. Es la primera vez en mucho tiempo que puedo gritar a pleno pulmón: ¡estoy enamorada! y quiero celebrarlo. Lo quiero todo. Que me trate como a una princesa. Ir a cenar, beber cava y, por qué no, quiero ese pequeño detalle que muy sutilmente le hice ver que quería la última vez que fuimos al centro comercial. Me muero de ganas por ver su cara cuando vea el picardías que me he comprado. Lo tengo guardado en su caja, resguardado con ese papel de seda que le ponen, que hace parecer que la prenda sea mucho más delicada y sensual. ¡A ver, cuanto dura puesto! 

¿Pero y si no vamos a cenar? ¿y si no me regala nada? ¿ y si no celebramos nada de nada?  ¡Me como el picardías con patatas! ¡Ay, qué nervios, Dios!

Ala, otra vez a morirme de vergüenza por tener que entrar aquí. Quién me mandará a mi liarme con la chica más romántica del mundo. Pero me vuelve loco, ya hace unos meses que reuní el valor para pedirle una cita y desde entonces que llevo la sonrisa tonta pegada en la cara.

El otro día, ya vinimos aquí y ya vi lo que quiere. A veces,  creo que se piensa que soy tonto. Supongo que estos días somos muchos los que vamos perdidos por estas tiendas, espero que la dependienta me pueda ayudar a no parecer un auténtico papanatas. La verdad, es que los pendientes no están mal y seguro que le quedarán muy bonitos. Me hace gracia el modo que tiene de girar la cabeza para mirarme. Es mucho más bajita que yo y es muy graciosa cuando intenta poner sus ojos marrones a mi altura.

Ya tengo la cajita en el bolsillo, espero no perderla. Tengo que buscar un lugar seguro, pero no se me ocurre dónde dejarla, no quiero que la encuentre. ¿Quizás en la bolsa del gimnasio? Está abandonada desde que la conocí y no creo que miré allí. Si, la dejaré allí, perfecto.

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