al que no le guste el vino
es un animal, es un animal,
o no tiene un real.
Y así es como podría haber acabado el sábado pasado, después de ir un año más a la Mostra de vins i caves que hacen en Barcelona, durante les festes de la Mercè. Cantando, bailando y seseando por las calles de la capital condal sin rumbo alguno. Pero no, tranquilos, nuestra dignidad sigue intacta y salvo un abrazo fugaz a una farola indefensa y cuatro selfies a la adoquinada calle sin que aparezcan nuestras caras poco más hicimos. Por cierto, recuerdos a nuestros amigos de Villarreal. Algo sordejas pero encantadores.
Hace como mil años que voy y no es porque sea precisamente una forofa de los vinos, pues me la pinflan bastante y sinceramente, no entiendo un carajo. Aunque últimamente he hecho alguna que otra cata y he de reconocer que es bastante interesante. Bueno, creo que la palabra técnica es meridaje. Combinar piquitos de comida con una rica variedad de jugos de uva.
Antes, la Mostra de vins i caves, lo hacían en el Moll de la fusta y tenía su glamour, al lado del mar, con lo barquitos, con la competición de fuegos artificiales en la playa. Te podías sentar a disfrutar tranquilamente de un priorat mientras las velas tintineaban arropando tu conversación y los fuegos chisporroteaban en el cielo millones de colores. Muy bucólico todo. Pero ya sabemos como es la gente y su afán por las cosas económicas. De golpe empezó a venir gente y más gente. Se liaban una colas tremendas y el populacho común el meridaje no lo hacía precisamente con las cazuelitas de embutido que puedes comprar allí o como nosotras con unas simples galletitas Tuc compradas en el paki, sino que se traían tuppers de tortilla de patatas y el embutido directamente con el envase del super. Que un año, unos se trajeron lo que les sobró de la paella del domingo. ¡Palamordedeu!
Como el glamor se fue a la mierda y parecíamos una panda gitanos a la vora del mar decidieron trasladarlo al Passeig Lluís Companys, entre Arc de Triomf y el parque de la Ciutadella. Una amplia zona donde los catadores podemos hacer el borrego por todo el recinto recorriendo las diferentes paraditas de vino y cava.
El sistema es muy fácil, vas a la taquilla y compras unos tiquets. Si quieres, te puedes comprar la copa como recuerdo, aunque como novedad este año te la alquilaban por 2 euros. Nosotras que ya somos perras viejas en el tema, nos las traemos de casa. Eso si, con el riesgo, como pasó la última vez, que se rompan antes de llegar al evento. Gracias a Dios, solo fue el pie de la copa. Que ya me ves a mi cogiéndola en modo tazón de cereales. Cosa que nunca se debería hacer si bebes el líquido de los dioses porque se recalienta y los expertos te miran mal. Pero como hace tantos años que vamos, da la sensación que ya nos conocemos todos y como vas un poco achispao creas germanor enseguida por la puja de cualquier sitio donde te puedas sentar. Porque eso si, te ponen como unas cubas gigantes para apoyar el vaso o el platillo de comida pero si quieres reposar el culo tienes que irte al césped que hay a los lados y llenarte de verdín.
Y para variar, de una cosa normal como es ir a pasar la tarde y echar unos vinitos, aquí la menda, lo convierte en una tradición que a estas alturas ya no me la saltaría por nada. Y todo es posible gracias a querida P que ya hace años que me acompaña sin importarle ir después a cenar una torradeta de pa amb tomaquet i pernil regada con mucho vino-vinagre joven en una brasería de la zona alta. Que mucho priorat y mucho crianza pero luego al pan, pan y al vino, vino, que somos gente humilde y con nuestro vino de la casa vamos que nos matamos.
Viva el vino!!! Y las torradas!!! Nena, ja saps que per mi és un plaer! m'encanten aquestes tradicions!!!;)
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