viernes, 12 de diciembre de 2014

La tontuna de lo gratuito

Estos días, por coincidencia o por promociones varias, me estoy dando cuenta que al ser humano le dices que algo es gratis y se convierte en otra persona totalmente diferente. Capaz de hacer colas eternas o de pelearse con media docena de otros seres para obtener una muestra gratuita de cualquier cosa.

Una buena prueba de ello, lo pude constatar con mis propios ojos en la Fashion Night Barcelona. Era un día lluvioso, ventoso y frescoso, vamos que no se prestaba a pasear por el Paseo de Gracia con todo el glamour que conlleva la pelea incesante con el paraguas, el bolso y el resto de la humanidad en dirección contraria. La cantidad que había de gente era increíble. La primera cola, mira, aún la hicimos, una docena de gente en fila por delante aún se podía soportar, estábamos dentro de la tienda al rasero de la lluvia y charlando se pasó rápido hasta que nos dieron un benjamín de cava y unas galletitas saladas. Salimos a continuar con nuestro periplo, con el problema añadido del benjamín en la mano, el paraguas, la gente. En una de las galerías más famosas del Paseo de Gracia, vimos que había gente y entramos a investigar. Una cola de más de media hora y os juro por Dios nuestro Señor que no es broma, para conseguir una brocheta de chucherías. ¡Im-pre-sionante! 

Y cuando creía que estaba completamente alucinada por la tontería de la media hora de cola por una brocheta de chuches, llegamos a la esquina y vemos a un tropel de gente haciendo una cola que daba la vuelta a la manzana por un cono de patatas bravas. Vale, eran de un cocinero archiconocido pero coño que eran patatas y había un montón de gente bajo la lluvia por unas papas que muy seguramente estaban más tiesas que la mojama. ¡Venga, hombre! Que en el bar de Paco una tapa no llega a los 4 euros, ¿de verdad valía tanto la pena? 

Una cosa, es como pasó con la tienda de L, que hizo una loquidación de cierre y arrasaron con todo en casi dos horas pero claro, es que había unos ofertones que eran dignos de volverse loca. Lástima que para cuando llegué yo aquello ya era un árido desierto de estanterías vacías.

Pero lo que no veo normal, es como lo que pasó ayer cerca de mi trabajo. Inauguraban un supermercado y como promoción pusieron una especie de ruleta de la fortuna manejada por un señor disfrazado de ardilla naranja gigante. Para que el Señor Ardilla accionara el mecanismo, como condición, tenías que hacer una compra superior a 30 euros. ¿Pues os podéis creer que había cola para darle a la palanca y para ganar una botella de aceite? O sea que alguien pagó por hacer cola y que como recompensa le dieron una lata de atún, porque seguro que la casilla paletilla jamón pasó de largo en más de una ocasión.

Y es que yo debo ser una señora ya acomodada y las colas y el perder el tiempo no son ya para mi. Eso lo dejo a la divina juventud o la próxima vejez que con sillita plegable en mano la cosa pasa mejor.

2 comentarios:

  1. Sabes qué me dijeron una vez? que perdíamos cinco años de nuestra vida haciendo cola en los supermercados O_o Desde entonces lo pienso cada vez que hago cola...

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  2. Yo creo que más. Como siempre me pongo en la cola de los tontos...!

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