
No, hoy os voy hablar de ese pellejillo que tenemos debajo
la cabeza. ¿Dios puedo hacerte una pregunta? ¿Por qué tuviste que hacerlo tan
colgandero? ¡No, en serio! Y encima me parece tremendamente injusto que a
medida que vayan pasando los años, en
algunos seres humanos, esa parte de nuestro cuerpo pueda llegar a tener hasta
vida propia.
Chicos, yo no soy partidaria de la barba, va a gustos, que
le vamos a hacer pero cuando aparece la papada… bueno… quizás esconderla un
poco no es tan mala idea que tampoco es necesario que sea una barba hipsteriana
de palmo y medio algo pulit ya apañaría a más de uno. Nosotras, por ejemplo
no podemos por muchos pañuelos cuquis
que nos queramos poner para disimular.
Y el dolor más doloroso, el dolor más inhumano no es
pillarse los cojones con la tapa de un piano. ¡Es pillarse la papada con la
cremallera del abrigo! ¡Que no rima pero duele de cosa mala! A mí, que pese a
mi eterna juventud, me ha pasado alguna vez, he soltado unos lagrimones como
puños. Claro, al ser una piel tan finita… No quiero ni pensar lo que debe ser
pillarse un testículo. ¡A veces, me alegro tanto de ser mujer!

Pero como lo más normal es envejecer y que empiece a colgar
todo, lo más recomendable en este caso es mirar bien para arriba, con ánimo y
con mucha dignidad.
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