martes, 22 de noviembre de 2016

Yo no soy así



Hoy no os escribo para hacer gracietas, hoy mi entrada es una entrada de denuncia por lo que está pasando en mi ciudad. No tengo ni idea si también pasa en Madrid o en capitales de provincia pero lo que está claro es que aquí la marca Barcelona se nos ha ido de las manos.

Hace cuestión de un mes, en medio de una pesadilla personal, me encontré una carta en el buzón donde me decía que tenía que ponerme en contacto con el administrador porque el día 29 de este mes se acababa mi contrato de alquiler y teníamos que pactar las nuevas condiciones. Oliéndome la desventura llamé para que me comunicaran que mi alquiler, si quería seguir viviendo en lo que durante tres años había sido mi hogar, me subía 300 euros más al mes.

Ahí empezó mi carrera de buscar piso como una desquiciada para poder quedarme en el barrio en el que nací y en el que más cómoda y feliz me siento: Gracia. Pero como parece ser que es un barrio céntrico y molón pues a pagar salvajadas por pisos mierder. Llegué a ver en 22 pisos en 15 días. ¡Un locurón!

Yo no sé si será debido al Airbnb o a qué demonios pero en cuestión de seis meses, tanto mi barrio como gran parte de Barcelona, se ha vuelto imposible. Verdaderos cuchitriles a unos precios imposibles. 

Comerciales de pacotilla me han hecho sentir humillada, pobre y solterona porque no llegaba a pagar yo sola un piso de 30 metros cuadrados a 800 euros. Un maldito hijo de su p_ _ _ madre, delante de  mis narices tachó la línea de un contrato standar de agencia dónde ponía que ésta se quedaba un 10 por ciento de la anualidad para que le pagara 1000 eurazos por tramitar el alquiler de un piso al que no me dejaban ver hasta el día de la firma. Al decirle yo que eso era un abuso, se excusó diciendo que ahora el mercado era el que era y lo tomas o lo dejas.

Me he sentido, triste, desprotegida, asustada y sin saber qué iba a ser de mi en menos de un mes. Gracias a Dios la solución llegó en forma de un error de antaño. En plena burbuja inmobiliaria, se me ocurrió la genial idea de comprar un piso diminuto. En él viví cinco agónicos años y ahora no me queda otra que volver a él. Espero que esta vez, nos reconciliemos y la cosa vaya mejor.

Así que, como ya que estamos tan cerca de Acción de gracias, a lo yanki, dejadme que dé las gracias a todos los que me han ofrecido una cama o un sofá para vivir, incluso una cuna. A todos los que me han aguantado en mis neuras, con mis nervios, con mis idas y venidas, mis llantinas y mis agonías. A mis queridos Jotas que tienen una paciencia infinita conmigo, pobrets meus. ¡Lo sé, cuando me lo propongo puedo ser muy brasas! 

Y, no soy así porque me sienta como el culo tener que echar fuera a una pobre muchacha que está muy a gusto viviendo en mi piso. Porque no me parece normal a dónde hemos llegado y que por ganar cuatro cuartos de más estamos haciendo infeliz a mucha gente en una cadena que en éste caso he empezado yo y a saber qué pobre desgraciadito se va a quedar sin alternativa y en la calle.

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