viernes, 17 de marzo de 2017

Historias de vino




Ayer estuve en una cata de vinos que... madre mía que cosa más bueno.

Al mudarme, he empezado a investigar por mi nuevo barrio y un día, vi una pequeña tienda de vinos que, en una pizarra verde clásica, en tiza blanca, se leía la agenda de catas del mes. Mis miniojos casi llegaron a tamaño ojo humano normal cuando lo leí.

Al principio, pensé en liar a alguien para ir como hago siempre que quiero ir algún sitio pero luego, el gusanito de la aventura, me hizo inclinar para ir sola.

A ver, yo de vinos entiendo más bien poco, entre rasca y no rasca mi garganta, pero ver la pasión de una persona amante por el vino compensa toda mi analfabetismo vinícola.

La cata, la expuso una chica de una pequeña viña perdida de la mano de Dios, por detrás del Montsant. Seguro que conoceréis la D.O. de la Conca de Barberà o Montsant, ¿no? Pues un poco más para arriba. 

La verdad, es que da gusto oír a esta gente, el amor que le tienen a sus viñas, a la uva, a su tierra. El cuidado/obsesión con el tiempo, lo mucho que se juegan por una niebla de más. Y, después de todo, la satisfacción del buen hacer, del orgullo de las buenas decisiones, algunas veces, arriesgadas hasta el infarto. 

Para mí, que soy fantasiosa de naturaleza, siempre me gustará más un vino por su historia que por su composición o coupage. Por ejemplo, a mi el que me gustó más fue uno del 2011 que nos contó que la uva se empezó a recoger el 24 de septiembre, por favor, llevo años y paños yendo ese día a la muestra de vinos y cavas que hacen con motivo de las fiestas de la Mercè, cada trago era un recuerdo, un momento especial.

Al final, me hice amiguita de una chica que está estudiando para somelier y estaba en la cata de infiltrada. En mal momento, le dije que el que más me había gustado había sido ese pero claro, por muy piripi que fuera, no le iba a contar a una desconocida mi vida.

Como es una sitio muy acogedor con poca tendencia al esnobismo que en vaya vicio he ido a caer yo, y mi poca sofisticación pasa desapercibida, a lo mejor, me paso otro día a escuchar más historias interesantes. No sufráis que si es así, ya os lo cuento.

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