martes, 16 de mayo de 2017

La central de puretas



Hace poco, estuve con mi amiga P, en la Central de Puretas que así es como llamaremos a una reconocida discoteca de Barcelona situada en el upper Diagonal. Míticas noches hemos pasado en ese lugar moviendo el cu-cu con mi amiga.  

La media de edad de la Central de Puretas es altita, o eso dicen los desaprensivos, porque altita lo considero yo más bien de los parroquianos de la Sala Tango, muy conocida también entre los jubiletas de la city. Pero aquí, va gente normal, que empezó a ir sobre los veinticinco treinta y, ahora, si que la madurez les va acechando.

Y la clave de este post está en que empezó a ir y todavía siguen allí, que pronto va parecer aquello, en lugar de un mercado de carne de dudosa fecha de caducidad, a un cementerio de elefantes. 

Yo que soy como soy, los tengo a todos clasificados. Sin ningún orden en especial, ni por peso, ni por altura, tanto me da que tanto me hace, que cada vez que voy paso lista y solo me falta que alcéis la mano para iros tachando uno a uno.

Ya, que sí, que no es normal hacer esto pero... ¡jolines si es que somos los mismos desde hace más de una década, que me juego lo que queráis que, el sábado cuando vaya, hago recuento y ahí que están todos!

Hay que decir que han habido grandes bajas como el Profe de matemáticas, un señor que debería sufrir de insomnio y venia a echar la noche mirando mozas sin muchas perspectivas, ya que el buen señor, tal cual indica su mote, tenía un aspecto más bien de rata de biblioteca y no pegaba ni con cola en medio de la pista.

Una vez, S nos maldijo a todos y lanzando su amenaza, en un susurro al oído, me dijo que todos volvemos ... pero qué sería de la Central de Puretas sin su Legionario, S de la M, el Cuñado, el vampiro, los gemelos que no son gemelos, de los que ahora no me acuerdo... y, si, de mi querido... bueno ya sabéis a quien me refiero y sino... ¡pues compráis mi libro y ya si eso os enteráis! 








** Esta entrada ha sido escrita con fines publicitarios, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

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